"There's nothing wrong with loving who you are,
because He made you perfect, baby".
El otro día caminando por el metro contemplé una escena bastante "desagradable". Dejarme que la cuente.
No muy lejos de mí caminaba una chica (o niña) de unos 13 o 14 años con un par de amigas. Susodicha había elegido para ese día -no hacía calor, por cierto- unos minúsculos shorts amarillos -el amarillo perfecto- que dejaban entrever todo su trasero. Y no exagero cuando digo "todo". No podía parecerse ni a una braguita, más bien era como un tanga.
Mis ojos intentaban no mirarla porque me daba pena ver a una niña caminar con el culo al aire, pero mis oídos fueron conscientes de lo sucedido: los chicos que pasaban por su lado la miraban o se giraban a mirarla para así hacer comentarios sobre ella, o más bien, sobre su trasero.
¿A qué viene esto? A que la niña era monísima de cara, pero sus pantalones no dejaban que la gente pudiera fijarse en eso, porque el enseñar el cuerpo desviamos toda la atención a algo que debería ser nuestro. Y nadie se mide por un culo o por un escote.
No, chicas. No es bonito un mini short, no es bonito ir dejando tu dignidad por el suelo que caminas. No es bonito tener que llamar la atención enseñando nuestras intimidades. No es bonito para nosotras ni justo para ellos.
Así que no permitas que una moda pasajera te enseñe que dejar tu dignidad en casa es lo que se lleva. Porque nosotras valemos más que eso. Valemos más de lo que nos dicen y, sobretodo, valemos más de lo que creemos.